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Cenizas y personas
Tribuna: Cenizas y personas
No hace mucho tiempo fui invitado a asistir a un entierro después de la correspondiente celebración litúrgica. Asentí pensando que el acto religioso se prolongaba con el correspondiente enterramiento en el sentido estricto y etimológico de la palabra: depositar un cadáver en la tumba propia, cubrir con tierra aquel lugar destinado para este fin, junto a sus familiares y sellando con nombre propio ese trozo de suelo.
Poco después se me indicó que después de la incineración el acto tendría lugar en un monte cercano en el que hay un santuario famoso en la zona, dedicado al ángel patrón, con la iglesia circundada por su correspondiente cementerio. Mi sorpresa fue considerable cuando al llegar a la cima de la montaña no nos dirigimos a la iglesia y al campo santo sino al campo abierto, donde comenzaron a buscar la peña más alta desde la que mejor poder esparcir las cenizas. En ese momento se produjo una situación inesperada. El hermano del difunto que tenía entre sus manos la urna cineraria prorrumpió entre cortante y retador: "Las cenizas de mi hermano no se esparcen".
SANTOS Y DIFUNTOS
TODOS LOS SANTOS Y FILES DIFUNTOS
Hoy, fiesta en honor de todos los Santos, y mañana, día de recuerdo especial para nuestros familiares y amigos, que se han ido en el último viaje, son fechas que tienen un colorido especial: de añoranza y esperanza, de tristeza y alegría… Viajes a los pueblos de origen, visitas a los cementerios, adorno de las tumbas y panteones familiares, compra de flores, encargo de misas… Todo esto va unido a una antigua tradición familiar cristiana.
Tribulaciones del cientifista compulsivo
Tribulaciones del cientifista compulsivo
¡Ay!, la nave Juno llegó a Júpiter ―un hecho del que todos nos alegramos― pero el articulista a donde llegó es a la explicación definitiva del origen del fenómeno religioso
Posiblemente todos hemos conocido a alguna de esas personas de las que se sabe que no se les debe mencionar determinado tema, porque se descontrolan. Se trata de un reflejo compulsivo que, a falta de tratamiento, los familiares y amigos del que lo padece deben de esforzarse en sobrellevar, al tiempo que procuran, en la medida de lo posible, que el sujeto en cuestión no se vea expuesto a las situaciones que lo desatan.
Pues bien, entre los partidarios del cientifismo decimonónico de toda la vida ―que aún quedan, desde luego, aunque han ido cambiando de marca para su producto, y últimamente parece que prefieren llamarse «nuevos ateos», o «brillantes», o simplemente «naturalistas»― abundan esos tics. Uno menciona descuidadamente ciertos nombres (como por ejemplo «Darwin», o «Galileo»), o ciertas palabras clave (como por ejemplo «religión», «alma», «creación», o incluso «decisión libre»), y el desbarajuste está servido.